DEBORA i PAU

En parbulitos me encontré una niña rubita que parecía una muñeca y decidí que quería ser su amiga y esperar en la misma fila en el patio antes de escuchar el pito para subir a clase en orden. Empezaron las tardes de sábado jugando a Nancy's y Barbie's y las excursiones con el chandal azul de las monjas. Luego nos separamos porque yo me fui a un colegio de Tarragona y decía que mis nuevas amigas eran raras porque en las fiestas de cumpleaños se dedicaban a hacer gimnasia rítmica cuando nosotras ya pensabamos en que nos persiguieran los niños en la piscina. Me acuerdo cuando un golpe del destino decidió poner a prueba mi resistencia, las muletas que me acompañaron casi un año por una gamberrada de crios hicieron que descubriera que al lado tenía una gran amiga. Dèbora venía todos los sábados a traerme chuches, todos!!! no faltó ni uno y sé que me hago pesada cada vez que se lo recuerdo pero me ayudó a reirme de los complejos que intentaron atacar la pubertad. Luego se fue a Estados Unidos y es cuando ella me recuerda que lloró leyendo en el avión la carta que le escribí para decirle adios y soy yo la que me emociono. Después empezamos a andar cada una a paso distinto aunque a la misma velocidad. Cuando vino a Barcelona ví que tiene aire de princesa porque conseguía que fuera hasta donde estaba para no tener contacto con la contaminación. Ahora en serio, a veces le decía que la cuidaba igual que un novio y que le consentía todo pero resulta que ella me ha cuidado a mi más de lo que uno puede imaginar, me ha reñido, advertido, comprendido, sorprendido, divertido y querido y el día que te planteas como puedes decir gracias a una amiga como ella te quedas sin ideas y sólo sabes hacer una llamada diciendo: hola!! y eso es lo que hago de vez en cuando cuando la echo de menos y pienso que no quiero perderla. Hace poco subió a Andorra con Pau y fue como tomar el sol en la playa y notar como alguien te acerca un refresco sin haberlo pedido pero estar ansiandolo. Así es Dèbora mi refresco!!! petons