Oh, Capitán, mi Capitán

La llegada del otoño nos envuelve con cierta quietud, nos avisa que se acerca el invierno y con él el frío; como cada año, llegado el momento de abrigarse, tendremos que empezar a rebuscar en los armarios para recuperar botas, merceditas... también tendremos que alargar el brazo hasta el fondo de los cajones para pescar bufandas, gorros o boinas e intentar que se lleven bien con nuestros nuevos calcetines (Ah! me he comprado unos de rombos).

Muchos sentimos una punta de tristeza en nuestro ánimo, ¿acaso más tendencia al llanto?...es algo extraño, pero después de un verano con largas e iluminadas jornadas al aire libre y mucha energía desplegada hacia el exterior, parece que el otoño nos invita a caminar de retorno hacia dentro.

Es un buen momento para disfrutar de los ocres, pararse, detenerse... y empezar a leer y reescribir....

El otoño también implica que hemos comenzado un nuevo curso en nuestra escuela y otra vez se generan expectativas y no pocas incertidumbres, una mezcla de temor y respiro. Quiero seguir pensando que todos los padres del mundo desean lo mejor para sus hijos, pero no puedo vivir ajena a la realidad y dar la espalda a la lucha que aún es necesaria para vencer la soledad con la que muchos niños empiezan a convivir desde muy pequeños. Aún hay quien no se da cuenta que los niños no piden nada pero se lo merecen todo.

En mi caso y desde mi pequeña parcela de este mundo no permitiré que a ninguno de mis alumnos les falte un abrazo lleno de cariño, una sonrisa. No puedo vivir al margen de los que dicen pero no hacen nada para mejorar el sistema educativo porque al fin y al cabo serán los que en esta sociedad llena de exigencias y pocas competencias decidiran abrir a estos niños más o menos puertas en la vida........eh! eso no significa que baje la cabeza, mi grito es para todos y también se dirije a esos padres, con los que resulta imprescindible una colaboración. No tiene sentido que la escuela camine en una dirección y que en las casas y en el resto de la sociedad se vaya en dirección opuesta. La responsabilidad educativa es de todos y para eso es necesario unir esfuerzos.

Quiero comenzar mi curso con un poema de Walt Whitman (¡oh capitán, mi capitán!, del “Club de los poetas muertos”)

CARPE DIEM

Carpe Diem! Aprovecha el día.

No dejes que termine sin haber crecido un poco,

sin haber sido un poco mas feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario…
No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía sí pueden cambiar el mundo…
Somos seres, humanos, llenos de pasión.

La vida es desierto y tambien es oasis.

Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia…

Pero no dejes nunca de soñar, porque sólo a través de sus sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor error, el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes…No traiciones tus creencias.

Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tenerla vida por delante…

Vívela intensamente, sin mediocridades.

Piensa que en tí está el futuro y en enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte…

No permitas que la vida te pase por encima sin que la vivas…

Walt Whitman

Canto a mí mismo

En esta impaciente espera antes de regresar a las aulas sólo los que están dispuestos a empezar de nuevo (¡con heridas!)… siguen sonriendo y agradeciendo estas palabras tan hermosas y valientes del poeta del amor sin fronteras.

Os puedo pedir una cosa?

Disfrutemos con las energías propias de cada estación y del otoño, por su especial melancolía.

Si no salvo mis ideales, no me salvo a mí.