Ingravitto

que el maquillaje no apague tu risa, que el calendario no venga con prisas, que no te compren por menos de nada, que no te vendan amor sin espinas, que no te duerman con cuentos de hadas, que el fin del mundo te pille bailando, que todas la noches sean noches de bodas, que no se ponga la luna de miel...

18 octubre 2008

visca'alsnuvis
Para algunas personas o tal vez en algunos casos ir de boda puede suponer una obligación, causar pereza o incluso malestar en una supuestamente pareja estable; pero para otros es un motivo más de reunión, una fiesta, quizás una ilusión. Hay un detalle importante detrás de este tipo de celebración ....seguir un cómodo protocolo de actuación o salir de la norma y asumir que lo desconocido, insólito u original no siempre gusta a todos, por que? diría que el factor sorpresa o lo imprevisible sigue estando mal visto en nuestros días porque escapa del falso-necesario control instalado en nuestras vidas al que estamos sometidos desde arriba pero que genera inseguridad a los de abajo. En mi última boda no me subí a los tacones de los zapatos de princesa que duermen desde julio en el armario de mi habitación, tampoco me maquillé demasiado, ni seguí ningún protocolo porque mi rol de monitora de niños me abrió las puertas a una nueva condición. Era la salvadora de padres, camareros, invitados, su alegría y por eso todos me trataban como a una reina, "si necesitas algo nos lo pides? estás bien? cuando tú digas traemos la comida para los peques? has comido?" etc. En otras palabras muchas sonrisas se dirigían a mí entre divertidamente asustadas y desesperadas pero también inquietas y expectantes, nadie sabía que haría esa chica con los niños....vale, lo acepto, estaba medio nerviosa porque en ningún momento tenía la partida ganada pero empezaba el combate, sonó la campana "riiiiiiiiinggggggggggg" asalto número 1.
-Hola, como os llamais?
-Winona, Esther, Paula, Irena, Alex, Roger.....
-Vale vale, todos a la vez noooooo!!!

Me gustan los niños, sinó no hubiera aceptado estar tantas horas con ellos, pero me tocaron los más incombustibles del planeta, después de ayudarles a comer el menú infantil: macarrones y pollo con patatas nos dispusimos a montar un campamento en una sala anexa. Me sentí como el flautista de Hamelin llevándome a todos los niños en fila, vendiéndoles un pequeño sueño, un rato de mágia. Pintamos un mural para los novios, saltamos, reímos, bailamos, volvimos para comer la tarta, comimos chuches, jugamos al juego de las sillas entre otros pero llegada la medianoche poco a poco fueron apagándose, yo también.
Estos son los trasnochadores de la velada, estabamos en el asalto 23.000
y bueno....conocía parte de los invitados y ya cuando en el hotel recogían las últimas mesas y los camareros empezaban a respirar, algunos nos quedamos echando unas risas en las escaleras de la recepción, esos momentos en los que los niños ya duermen y sueñan pero el mundo sigue despierto.